Seguimos con la segunda parte del especial de día de muertos, celebración que hacemos a nuestros seres queridos que nos han tenido que dejar. En esta ocasión me centraré en la obra de El Señor de los Anillos (ESDLA) que indudablemente es la la obra narratológica por excelencia del profesor Tolkien.
Comencemos por preguntarnos acerca del tema principal de ESDLA. ¿Acaso se trata de la lucha del bien contra el mal? o ¿la corrupción que causa el poder? Las respuestas pueden ser diversas e incluso depende de quien lea la obra, desde visiones históricas hasta ecologistas. Sin embargo para Tolkien todos esos elementos eran solo partes que componían su obra, pero siempre hubo un tema fundamental que declaró en algunas cartas.
"Si se me pregunta, diría que el cuento no trata realmente del Poder y el Dominio: eso es sólo lo que pone las ruedas en marcha; trata de la Muerte y el deseo de inmortalidad. ¡Lo que apenas es más que decir que se trata de un cuento escrito por un Hombre!" [Carta 203]
ESDLA es entonces un ensayo de estética lingüística sobre la muerte y la inmortalidad. Dos conceptos antagónicos y sobre los cuales los elfos y los hombres basan sus deseos y donde recae su sufrimiento. Si bien en nuestro mundo se suele pensar en la inmortalidad como una manera de perdurar por siempre y escapar a la muerte, también se ve como algo inconcebible y que pasa a desvaneserse como un simple sueño de niños que debe ser olvidado. Sin embargo, en la tierra media, la inmortalidad es algo real pues los elfos y hombres coexisten y a la vez, poco entienden el uno del otro. Tolkien siempre intentó tener consistencia en sus historias para que fueran lo más creíbles y desde el inicio de la mitología vio a los elfos y los hombres como los hijos de Dios y durante toda su vida reflexionó sobre los cambios que habría en la forma de pensar de los pueblos al existir esta dualidad de seres habitando el mundo.
Los elfos fueron los primeros en llegar a la Tierra bajo el cielo iluminado por las estrellas. Tienen un gran conocimiento y una belleza inigualable y fueron agraciados con el Don de la Inmortalidad. Por su parte, los hombres nacieron bajo los primeros rayos del sol y fueron bendecidos con el Don de la Mortalidad.
Ambos dones son difícilmente entendidos por quienes los poseen y por tanto sus deseos son muy diferentes. Los hombres anhelan ante todo la inmortalidad, perdurar por siempre en el mundo que de alguna forma es el deseo de cualquier artista pues es lo más cerca que se puede estar de la inmortalidad. Sin embargo los grandes artistas son los elfos en los cuales podemos ver la estética en su más pura expresión, pues ellos son la obra que permanece en el mundo hasta el final de los días. Ellos ven a los mortales pasar en el mundo como hojas que caen de un árbol año con año y su deseo se basa en conservar lo que les parece hermoso tanto como puedan. De ahí que Fëanor atrapara la luz de los árboles en los Silmarili, o que Galadriel tuviera un frasco donde se atrapó la luz de Earendil y este mismo deseo fue el que llevó a los elfos (sobre todo Celebrimbor) a forjar los anillos del poder.
Estos anillos están basados en el deseo de las diferentes razas y fueron concebidos como una forma de alcanzar aquello que más anhelaban. Por su parte los enanos tendrían grandes fortunas materiales al poseer los anillos y donde quiera que excavaran encontrarían joyas, oro, gemas y cualquier metal precioso. Los hombres tendrían la inmortalidad del cuerpo, tal como los elfos o mejor dicho, una longevidad tan grande como la vida de Arda. Finalmente los anillos de los elfos darían el poder de conservar y curar las cosas del mundo para que pudieran perdurar hermosas por siempre. El anillo de Galadriel, Nenya, permitió que Lothlorien se conservara al paso del tiempo durante muchas edades. El anillo de Elrond, Vilya logró curar las heridas que sufrían los cuerpos mortales que tenían los elfos. Finalmente Narya, el anillo de Fuego, fue concebido para reencender el espíritu como una llama que necesite avivarse.
Pero existe un gran precio por obtener lo que uno desea. En la filosofía budista se dice que el deseo y el anhelo es la fuente del sufrimiento y para poder eliminar el sufrimiento se debe eliminar lo que lo origina, por lo cual tienden a liberarse de cualquier atadura al mundo físico para tener una paz espiritual. Sin embargo los anillos del poder tomaron el camino contrario, pues si bien existía un deseo que causaba sufrimiento, el hecho de mitigarlo cumpliendo el deseo los llevaría a un sufrimiento aun mayor, incluso aunque Sauron no forjara el anillo del poder. Tal fue el caso de los elfos sobre los cuales el anillo único no tenía un poder absoluto y podían usarlos sin ser muy afectados.
El precio que pagaron los enanos fue el que conlleva la codicia misma y que se ve reflejada en la famosa "Enfermedad del dragón" o algo parecido al Rey Midas quien convertía en oro todo lo que tocaba. Además despertaron grandes calamidades que habían estado ocultas durante muchos años y que los llevó a la desolación. Destaca también que a pesar de que Sauron les dio los anillos a los enanos, estos jamás cedieron su voluntad lo cual enfureció a Sauron y decidió recuperar los anillos.
Los hombres obtuvieron la inmortalidad pero fueron dominados por el anillo del poder. Su voluntad cedió fácilmente convirtiéndolos en esclavos del anillo. Los Nazgul o espectros del anillo. El mismo Gollum fue dominado en gran medida por la voluntad del anillo único.
El precio que pagaron los elfos fue mucho más grande. El haber usado los anillos les concedió su deseo de mantener las cosas intactas al paso del tiempo, pero también los llevó a su desvanecimiento en la Tierra Media a tal grado que al final de la Tercera Edad quedaron muy pocos. Incluso saben que la destrucción del anillo único sellará su destino, pues los anillos perderán el poder que tenían.
Esto nos deja claro que hay que tener cuidado con lo que uno desea y pensar si realmente eso nos hará felices. De cualquier modo siempre existirá la tristeza y el sufrimiento. Basta con ver la historia de los elfos para descubrir unos seres crepusculares y melancólicos. Se ha explicado antes que su "inmortalidad" en realidad es una longevidad tan grande como la vida de Arda, no solo de cuerpo sino también en espíritu (lo cual explica la conexión tan grande que tienen con la naturaleza ya que están atados al mundo) pero también llegarán a un final, tanto su cuerpo como su espíritu, mientras que, según se les ha dicho, los hombres a pesar de tener una vida efímera en el mundo, su espíritu será realmente inmortal en cuanto a que no desaparece al final de los días y no está sometida a los límites del mundo (lo cual explica el porque los hombres siempre buscan ir más lejos y lograr metas más ambiciosas) y en este aspecto los elfos (y los mismos Ainur) llegan a envidiar a los hombres. Sin embargo los hombres nunca han sabido de alguien que haya regresado de la muerte que les cuente sobre esta inmortalidad, por lo cual solo queda una vana esperanza que se va desvaneciendo al igual que los elfos de la Tierra Media y su deseo de alcanzar la inmortalidad se vuelve más grande rechazando así el Don de Iluvatar.
Regresando a ESDLA podemos ver a Legolas hablando de la melancolía que siente sobre el paso del tiempo y el final de los días:
"No, el tiempo nunca se detiene del todo -dijo-, pero los cambios y el crecimiento no
son siempre iguales para todas las cosas y en todos los sitios. Para los elfos el mundo se mueve y es a la vez muy rápido y muy lento. Rápido, porque los elfos mismos cambian poco y todo lo demás parece fugaz; lo sienten como una pena. Lento, porque no cuentan los años que pasan, no en relación con ellos mismos. Las estaciones del año no son más que ondas que se repiten una y otra vez a lo largo de la corriente. Sin embargo todo lo que hay bajo el sol ha de terminar un día." (La Comunidad del Anillo)
Pero quizá quienes entienden mejor el drama de la mortalidad y la inmortalidad son Aragorn y Arwen. Por un lado Arwen renuncia a su vida inmortal por amor a Aragorn pero aun así debió soportar la pérdida de su ser querido que abandonó el mundo antes que ella, no por debilitamiento sino por decisión propia.
"[...] hasta ahora no había comprendido la historia de tu pueblo y la de su caída. Me burlaba de ellos, considerándolos tontos y malvados, mas ahora los compadezco al fin. Porque si en verdad éste es, como dicen los Eldar, el don que el único concede a los Hombres, es en verdad un don amargo." (Apéndices ESDLA)
Por su parte Aragorn comprendió el don de la mortalidad sin llegar al desespero como lo hizo Arwen y tuvo la dicha de elegir voluntariamente el momento de partir.
"[...] Con tristeza hemos de separarnos, mas no con desesperación. ¡Mira! No estamos sujetos para siempre a los confines del mundo, y del otro lado hay algo más que recuerdos. ¡Adiós!" (Ibidem)
Este destello de esperanza por parte de Aragorn y Arwen nace de alejarse de los anhelos propios de sus razas en lugar de buscar como obtenerlos y si bien los Elfos se desvanecieron para dar lugar al reino de los hombres, su legado sobre este Espejo de concepciones entre la Mortalidad y la Inmortalidad es invaluable. En palabras del profesor:
"Un divino «castigo» es también un divino «don» si se lo acepta, pues su objetivo es la bendición final, y la suprema inventiva del Creador hará que los «castigos» (es decir, el cambio de designio) produzcan un bien no alcanzable de otro modo: un Hombre «mortal» tiene probablemente (diría un Elfo) un destino más alto, si bien no revelado, que un ser longevo. Intentar por algún recurso o «magia» recuperar la longevidad es, pues, la suprema locura y maldad de los «mortales». La longevidad o la falsa «inmortalidad» (la verdadera inmortalidad está más allá de Eä) es el principal anzuelo de Sauron: convierte a los pequeños en un Gollum, y a los grandes en un Espectro de los Anillos" (Carta 212)
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