Frase del día

sábado, 30 de enero de 2016

La Historia de Eriol

El lenguaje sirve para transmitir ideas y los mitos sirven para transmitir Verdades. Con esa idea en mente, el profesor Tolkien sintió un gran pesar al saber que Inglaterra, su hogar, carecía de una mitología propia a diferencia de otras culturas como los anglosajones, los nórdicos, entre otros. Pero ese pesar fue el que lo llevó a un viaje que duraría toda su vida. Desde los poemas de Korintion hasta las más profundas concepciones sobre el alma y el destino, Tolkien fue perfeccionando un mundo subcreado tan verosimil y completo que hoy en día es difícil pensar que todo haya salido de la mente de un solo hombre. El mismo nos cuenta:
Querría que tuviéramos más de esto atesorado, algo de este mismo carácter y que haya pertenecido a los ingleses. Tuve la idea de crear un cuerpo de leyendas más o menos conexas, desde las más grandes, cosmogónicas, hasta el nivel de los cuentos románticos de hadas (Las mayores apoyadas en las menores, en su contacto con el suelo y las menores extrayendo esplendor de las vastas telas de fondo) que pudiera dedicar sencillamente a Inglaterra, mi país, Deberían poseer el tono y calidad que yo deseaba, mas bien claro y fresco, oler a nuestro "aire" (El clima y suelo del noroeste de Gran Bretaña y las regiones próximas a Europa; no Italia ni Egeo ni mucho menos Oriente) y aunque poseyeran (si yo podía lograrla) la elusiva belleza que algunos llaman céltica (aunque es rara hallarla en los antiguos escritos celtas). Deberían ser elevadas, limpias de vulgaridad y aptas para mentes más adulta de una tierra largamente embebida en la poesía. Yo había de representar por entero algunas de las historias mayores y dejar muchas apenas situadas en el plan y esbozadas. Los ciclos deberían estar vinculados en un tono majestuoso y sin embargo dejar lugar para que otras manos y mentes aportaran música, drama y pintura. Absurdo.
Así surge Ottor Wæfre (el errante), un hombre que vivió cerca del siglo IX d.C y que serviría como lazo entre nuestro mundo conocido y el mundo subcreado gracias al viaje que emprendió a la Isla Solitaria (Tol Eressea).

Ottor vivió toda una vida sobre las aguas. Su padre se llamaba Eoh (que significa caballo); y Eoh fue muerto por su hermano Beorn, en La Gran Batalla. Ottor Wæfre se asentó en la isla de Heligoland en el Mar del Norte, y se casó con una mujer llamada Cwén; tuvieron dos hijos llamados Hengest y Horsa. La añoranza por el mar invadió a Ottor Wæfre.  y después de la muerte de Cwén, Ottor dejó a sus jóvenes hijos. Hengest y Horsa vengaron a Eoh y se convirtieron en grandes capitanes; pero Ottor Wæfre se fue a la mar.

Un día, después de mucho navegar, llegó a una isla hermosa, donde las luces de la tarde encendían las ventanas de un pueblo perdido. Los Elfos. Allí se acercó a la cabaña del Juego Perdido donde vivió un tiempo y fue llamado Eriol "El que sueña solo" y ahí escuchó historias sobre los Ainur y la creación del mundo, la creación de los árboles y la llegada de los elfos bajo las estrellas, la traición de Melko y el robo de los Silmarili, la historia del Sol y la Luna y el ocultamiento de Valinor, la Guerra de las Joyas, la gesta de Beren y Luthien, la tragedia de los Hijos de Hurin, la historia del collar de los enanos, la Caida de Gondolin y el gran viaje de Earendil, el más grande marinero que se elevó al firmamento.

Eriol quedó fascinado con las historias y quiso saberlo todo acerca de los Elfos. Pero mientras no bebiera el limpë, la bebida sagrada de los elfos, no podría hacerlo. 

El limpë es una bebida que fue entregada a los elfos que fueron a la Isla Solitaria, después de la guerra de la cólera y bebiéndola sus corazones se mantienen jóvenes y las bocas se llenan de cantos, pero esa bebida sólo Meril, la señora de la isla, puede darla a aquellos que no son de la raza de los Eldar. Después de haberla bebido, los Hombres se quedan a vivir para siempre con los Eldar de la Isla hasta que llegue la hora de partir en busca de las familias perdidas.

Así fue que Eriol emprendió el viaje en búsqueda del limpë. Se marchó a Tavrobel para encontrarse con Gilfanon, el más viejo de los elfos y se quedó en la Casa de las Cien Chimeneas, porque ésta era la última condición para beber limpë. Gilfanon le pide que escriba todo lo que ha escuchado antes de beberlo y así surge el Libro Dorado de Tavrobel.


Cuando Eriol le suplicó a Meril-i-Turinqi que le diera de beber limpë incluso ella se mostró severa:
Si bebes esta bebida ... si en la Partida los Eldar y los Hombres libran una guerra deberías estar con nosotros en contra de los tuyos, y no podrías volver a tu patria aun cuando te royera la nostalgia ...Un día de otoño soplarán los vientos y una gaviota arrastrada, quizá, se lamentará en lo alto, y entonces recordarás con desolada nostalgia las negras costas de tu país
 A pesar de esto, Eriol es digno de beber el limpë y Gilfanon le habló de lo que sucedería después de eso; cuenta que Tol Eressea se convertirá en ciudad de Hombres y le habló del Gran Final, la destrucción de las cosas y la gran batalla en los valles de Valinor donde Melko sería definitivamente derrotado pero solo con la ayuda de los hombres.

Según la profecía de los Elfos, un día se marcharán de Tol Eressëa y, al llegar al mundo, congregarán a todos los de su debilitado linaje que aún vivan en el mundo y juntos partirán rumbo a Valinor a través de las tierras meridionales. Sólo podrán hacerlo con la ayuda de los Hombres. Si los Hombres les ayudan, las hadas conducirán a los Hombres a Valinor -a los que deseen ir-, a combatir  la gran batalla contra Melko en Erumáni y a abrir las puertas de Valinor. Se dará luz nuevamente a Laurelin y Silpion y. una vez destruido el muro de montañas, un suave resplandor cubrirá todo el mundo y se hará recobrar su brillo al Sol y la Luna. Si los Hombres los combaten y ayudan a Melko, sobrevendrá la destrucción de los Dioses y con ello el fin de las hadas... y tal vez el Gran Final. Si se volviera a dar luz a los Árboles, sería fácil atravesar todos los senderos que conducen a Valinor -y los Mares Sombríos quedarían abiertos y despejados-, y tanto los Hombres como los Elfo conocerían la bienaventuranza de los Dioses, y Mandos quedaría vacío.

Así pues pasa el tiempo y Eriol se casó con Naimi, sobrina de Vairë y tuvieron un hijo, Heorrenda quien fue un medio Elfo.

En esa época los Elfos Perdidos de las Grandes Tierras se rebelaron nuevamente contra el dominio de los vasallos de Melkor. Aún no había llegado el momento de la Partida, pero las hadas la consideraron necesaria. A través de Ulmo, consiguieron que Uin (la gran ballena) les ayudara, y levantaron Tol Eressëa y la llevaron a las inmediaciones de las Grandes Tierras, cerca del promontorio de Rôs. Construyeron un puente mágico que cruzó el brazo de mar que hay en el medio.Pero esto enfureció a Ossë por la destrucción de las raíces de la isla que colocó allí tanto tiempo atrás (y alrededor de ella crecen muchos de sus extraordinarios tesoros marinos) y trató de arrancarla de donde se encontraba para llevarla a donde estaba originalmente; y la mitad occidental se separó y ahora es la Isla de Íverin (Irlanda). Tol Eressëa ocupa ahora el lugar en que se encuentra Inglaterra.

La Batalla de Rôs: los Elfos de las Islas y los Elfos Perdidos se enfrentaron a los Nautar, los Gongs y los Orcos y a unos cuantos Hombres malvados pero fueron derrotados. Debilitados, los Elfos se retiraron hacia Tol Eressëa y se ocultaron en los bosques.

Los Hombres llegaron a Tol Eressëa y también Orcos. Enanos, Gongs. Trolls, etc. después de la Batalla de Rôs. los Elfos se alejaron apesadumbrados ya que no pueden vivir en un lugar donde tantos Hombres como ellos, o más aún, respiran el mismo aire; y mientras los Hombres adquieren más poder y se vuelven más numerosos, las hadas decaen y se empequeñecen y van desapareciendo, volviéndose tenues y transparentes, en tanto que los Hombres crecen y se vuelven más torpes y corpulentos. Finalmente los Hombres, o casi todos, ya no alcanzan a ver a las hadas.

Los Dioses viven ahora en Valinor y muy pocas veces van al mundo, porque les basta con evitar que los elementos destruyan por completo a los Hombres. Sufren mucho por lo que ven; pero Ilúvatar ejerce su dominio sobre todo lo que existe.


En ese entonces se dio lugar la Batalla del Páramo del Fondo de los Cielos (Ladwen-na-Dhaideloth) no lejos de Tavrobel, y  Eriol fue testigo de la batalla y escribió su última anotación del Libro Dorado de Tavrobel. Esta dice lo siguiente:
Y ahora está próximo el fin de los buenos tiempos y he aquí que toda la hermosura que aún existía en la tierra -fragmentos de la inconcebible belleza de Valinor, de donde surgió el linaje de los Elfos en tiempos muy remotos- desaparece por completo. Aquí se entrelazan unos pocos cuentos, recuerdos mal transmitidos de toda esa magia y esos prodigios y de Eldamar, que llegué a conocer mejor que todos los demás hombres mortales desde la primera vez que mi andar errante me llevó a esa triste isla. 
De esa última batalla en el elevado páramo cubierto por el amplio cielo -ningún otro paraje bajo los azules pliegues del manto de Manwë estaba tan cerca de los ciclos o tan bien cubiertos o tenía una cúpula más bella- os he contado todos los hechos funestos de que fui testigo. 
Los Elfos van desapareciendo acongojados y la Partida ha tenido un desastroso fin, y sólo Ilúvatar sabe si alguna vez volverán a brillar los Árboles mientras el mundo siga existiendo. Me alejé por la noche del páramo donde reinaba la destrucción y mis pasos me llevaron presurosos y serpenteantes por el valle del Arroyo de Cristal, pero el humo de los incendios ennegreció el ocaso y la pestilencia y la inmundicia de la lucha de los hombres cubrían las aguas del río. Mi corazón se entristeció al ver que los vientos dejaban al descubierto el esqueleto de la buena tierra, allí donde las manos destructoras de los hombres habían arrancado los brezos y los helechos y los habían quemado para hacer ofrendas a Melko y por sus ansias de destrucción; y los lugares donde en épocas remotas se apiñaban las abejas que canturreaban todo el día entre los tojos y las matas de arándanos y que transportaban la rica miel hacia Tavrobel se habían cubierto de fosos y montículos de dura tierra roja y nadie cantaba ni danzaba allí, donde sólo había humores malsanos e insectos pestilentes. 
Entonces el Sol murió y he aquí que llegué al bosque más encantador, donde en otros tiempos había habido robles eternos que se elevaban enhiestos entre las nuevas hayas y los delicados abedules, pero todos habían caído bajo las crueles hachas de hombres insensatos. ¡Pobre de mí!, el sendero estaba cubierto de sortilegios, música y hechizos que serpenteaban por el lugar, y por allí solían salir a cazar los Elfos. Muchas veces los había visto allí y Gilfanon también estaba, y parecían reyes cuando salían de caza y la belleza de sus rostros cubiertos por el sol era como el comienzo de un nuevo día y el viento en sus cabellos dorados como el esplendor de flores brillantes que se agitan al alba, y la potente melodía de sus voces como el mar y las trompetas y el sonido de muchas violas e innumerables arpas doradas. Y volví a ver a los del pueblo de Tavrobel bajo la Luna, cuando cruzaban cabalgando o bailando el valle entre los dos ríos, donde el puente gris atraviesa las aguas que se unen; y avanzaban veloces como si fuesen cubiertos de sueños, adornados de gemas parecidas a las grises gotas de rocío entre la hierba, y en sus blancas vestiduras se reflejaban los largos rayos brillantes de la Luna y sus lanzas flameaban con fulgores plateados. Y ahora el dolor ha caído sobre los Elfos. 
Tavrobel ha quedado vacía y todos han huido, por temor al enemigo que se encuentra en el páramo devastado, a menos de una legua de distancia: que tiene las manos manchadas con la sangre de los Elfos y es culpable de haber dado muerte a los de su propio linaje, que se ha convertido en un aliado de Melko y en el Señor del Odio, que ha luchado junto a los Orcos y los Gongs y los detestables monstruos del mundo... ciego e insensato, cuya única ciencia es la destrucción. Ha transformado los senderos de las hadas en caminos polvorientos por donde la codicia se arrastra lentamente y ningún hombre saluda a otro en el camino, sino que pasa taciturno por su lado. Así se debilitan los Elfos y, debido a las aguas que rodean esta isla y aún más por su insaciable amor por ella, sólo unos pocos huirán de allí, pero mientras los hombres prosperan y se enriquecen en ese lugar y se vuelven cada vez más ciegos, van debilitándose más y empequeñeciéndose; y los que vengan después se burlarán y dirán: ¿Quiénes son las hadas? -mentiras que mujeres u hombres insensatos cuentan a los niños-, ¿quiénes son esas hadas? Y unos pocos responderán: Recuerdos que se esfuman, un espectro de rastros de hermosura en los árboles, un susurro en la hierba, un destello de rocío, una sutil cadencia del viento; y otros, aún menos, dirán «Las hadas son muy pequeñas y delicadas ahora, pero tenemos ojos para ver y oídos para escuchar, y todavía hay muchas de esa encantadora estirpe en Tavrobel y Kortirion. La primavera las conoce y el verano también y en el invierno aún moran entre nosotros, pero la mayoría de ellas aparece sobre todo en el otoño, porque el otoño es su estación puesto que han llegado al otoño de sus vidas. ¿Cómo serán los soñadores de la tierra cuando llegue su invierno?

¡Escuchad, hermanos míos!, dirán, se oyen las pequeñas trompetas; oímos la música de instrumentos tan pequeños que es imposible imaginarlos. Como ráfagas de viento, como semitransparencias místicas, Gilfanon, el Señor de Tavrobel, sale a cabalgar entre los suyos esta noche y persigue al venado élfico bajo el cielo que va palideciéndose. Una melodía de pasos olvidados, un fulgor de hojas, una ola de hierbas reverentes y voces melancólicas que susurran en el puente, y ya han desaparecido. Pero Tavrobel no reconocerá su propio nombre y toda la tierra cambiará, e incluso todas estas palabras que escribo se perderán; y entonces dejo la pluma y los espíritus cesan de hablar.

Esta fue lo último que escribió Eriol en el Libro Dorado de Tavrobel. Los Elfos se debilitaron lentamente y se volvieron invisibles a los ojos de casi todos los Hombres. El Sol Mágico ha muerto y la Isla Solitaria fue devuelta a los confines de las Grandes Tierras, y las hadas se han esparcido por todos los vastos caminos inhóspitos del mundo; y ahora los Hombres moran aún en esta isla, y no les preocupan los días de antaño, ni nada saben de ellos. Sin embargo, hay todavía algunos Eldar y Noldoli de otro tiempo que se han quedado en la isla, y en las costas de la tierra que una vez fue la más bella morada de los inmortales aún se escuchan sus cantos.

Y les parece a las hadas y me parece a mí, que conozco esa ciudad y he andado a menudo por sus caminos, que el otoño y la caída de las hojas es la estación del año donde quizás aquí y allá el corazón de algún hombre pueda abrirse, y alguna mirada perciba cómo ha decaído el estado del mundo desde la altura de la risa y la belleza de antaño. Pensad en Kortirion y entristeceos..., y, sin embargo, ¿no hay ninguna esperanza?

Los hijos de Eriol, Hengest, Horsa y Heorrenda- conquistaron la isla y ésta se convirtió en «Inglaterra». No fueron enemigos de los Elfos y transmitieron a los ingleses «la auténtica tradición de las hadas».

Así fue como, a través de Eriol y de sus hijos, el engle (el idioma inglés) transmite la auténtica tradición de las hadas, de las que los Iras y los Wéalas (los irlandeses y los galeses) dicen cosas inconexas. De esta manera nace una tradición sobre las hadas que es específicamente inglesa, más autentica que todas las conocidas en las tierras celtas.

Kortirion, el lugar donde antaño vivían las hadas, llegó a ser conocida como Warwick en la lengua de los ingleses; Hengest vivió allí. Horsa vivió en Taruithorn (Oxford) y Heorrenda en Tavrobel (Great Haywood).  Heorrenda terminó de escribir el Libro Dorado

Muchos años después, el joven Tolkien, regresando de la guerra de Francia, llego a Great Haywood junto con su esposa Edith y en la cubierta de un cuaderno barato escribió con un lápiz grueso y azul el título que había escogido para la mitología. "El libro de los Cuentos Perdidos"




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