Tom Shippey, experto de la Tierra Media, dice que los dragones para Tolkien representaban los límites de la Fantasía y la Realidad. Entre ser una simple bestia y una alegoría cristiana tomando lo mejor de ambas ideas. Una bestia entre lo pagano y lo cristiano. Son temibles y la mayor proeza de cualquier héroe es matar a uno de ellos. En este post veremos a los Dragones sobre los que escribió el Profesor y algunos fragmentos donde aparecen.
10. Gostir
Este es el dragón del que menos sabemos. Solo aparece en el Libro de El Camino Perdido en la sección de etimologías. Su nombre proviene de la raíz GOS-GOTH que significa Miedo (La podemos ver en el nombre de Gothmog que significa "Demonio de Miedo". En este caso Gostir significa "Mirada de Miedo".
9. Scatha
Scatha, el gran dragón de Ered Mithrin a quien dio muerte Fram hijo de Éothéd. Se cuenta que los enanos reclamaron parte del tesoro de Scatha a lo cual Fram no quiso cederles ni un centavo. En cambio les envió un collar hecho con los dientes del dragón diciendo 'Joyas como éstas no tendréis de seguro en vuestros tesoros, pues no es fácil conseguirlas'. Dicen algunos que los Enanos dieron muerte a Fram por este insulto. No hubo gran amor entre Éothéod y los Enanos. El nombre proviene del inglés antiguo y significa Enemigo o Ladrón
8. Fafnir
Si bien este no es un dragón inventado por Tolkien, fue una gran inspiración para él. Existen muchos paralelismos entre Fafnir, de la Leyenda de Sigurd y Glaurung o Smaug. Como diría Fermant, este post es muy pequeño para contar su historia, pero en una de sus obras en verso aliterado, el profesor nos deleitó con algo sobre él.
"Los hombres cantan de serpientes que guardan incansables oro y plata con ansioso corazón; pero al dormido Fáfnir toda la gente lo llama de los dragones el más temible, el mal que duerme[...]
[...] En el profundo hueco de la oscura colina él allí acechaba; temblaba la tierra. Se adelanto Fáfnir, de fuego su aliento; por la montaña corrían brumas de veneno.
El fuego y el humo sobre la intrépida pasaron rugiendo; las rocas gemían. El vientre negro curvo y retorcido, sobre el oculto hueco colgaba, y resbalaba.
Gram fue empuñada resonando sombría en la vetusta roca su corazón perforó. En el espasmo de Fáfnir se agitaban frenéticos sus miembros retorcidos y su apestosa cabeza."
7. El Guardian del Tesoro (Dragón de Beowulf)
Tampoco es un dragón inventado por Tolkien, pero si fue otra de sus inspiraciones. El dragón que marca el final de Beowulf es una criatura que define toda una leyenda y también le dedicó un poema. Aquí un fragmento
Iracundo, el príncipe de los gautas amantes del viento dejó escapar las palabras de su pecho, y gritó con duro corazón, resonando su voz clara, como un rugido de guerra bajo la desgastada roca. Se despertó el odio. El Guardián del Tesoro percibió la voz del hombre. Ya no hubo lugar para demandas de paz. Primero llegó una bocanada del fiero destructor desde la roca, vapor caliente amenazando en la batalla. Resonó la tierra. Bajo el montículo, el Señor de los Gautas agitó a un lado y otro su escudo guerrero, para enfrentar al monstruo que se le avecinaba. El corazón de la enroscada bestia se revolvió entonces para salir a luchar. El buen rey había desenvainado ya su espada para la batalla, su vieja reliquia de rápido filo. Cada uno de ellos tenía propósito asesino en su corazón, y temía al otro, pero el príncipe de los vasallos, con su alto escudo apoyado contra sí, no se dejó intimidar cuando la sierpe se enrolló sobre sí misma con rapidez. La esperaba vestido en su armadura. Vino llameante, deslizándose con sinuosas curvas, apresurándose hacia su destino. El escudo protegió bien la vida y las extremidades del afamado rey, aunque menos tiempo del que habría deseado si le hubiera sido concedida la victoria en la batalla, algo que en ese momento, y por primera vez en su vida, le negaba el destino con su decreto. El Señor de los Gautas lanzó su brazo, azotando con su vieja espada al espantoso enemigo, y el bruñido filo tocó el cuerpo huesudo, aunque de forma menos penetrante de lo que hubiera necesitado su rey, agobiado por sus heridas. Tras la estocada guerrera, el guardián del túmulo quedó con ánimo asesino, lanzando fuego mortal, y las llamas de la batalla se esparcieron por todas partes.
6. El Dragón Verde
En este caso no me refiero al lugar donde suelen beber los Hobbits, sino a un poema poco conocido de Tolkien llamado La Visita del dragón. El cuento da un punto de encuentro precisamente entre el mundo pagano y moderno y el dragón es el vinculo. El dragón baja de las montañas para encontrar algo de comida, pero sobre todo un rival digno. Es una ofensa para él que traten de enfrentarlo como a una simple bestia, que ni siquiera causa asombro o admiración, así que decide matar a todos y, tras esto, tampoco encuentra una comida deliciosa y se va volando a su guarida donde terminan sus días. Un triste final para una criatura tan esplendida, porque el mundo se está volviendo gris. Sin embargo también hay una versión posterior (1969) en la cual, justo antes de marcharse, Una habitante del pueblo clava un cuchillo en el dragón y lo mata. Le dice en tono burlón "Me arrepiento mucho por esto, eres una criatura esplendida y tu voz es bastante notable para alguien que no tuvo un maestro, pero el daño sin sentido no lo acepto y tuve que ponerle fin". Entonces el dragón dice finalmente: "Al menos me llamó Esplendido"... Un tanto paradójico el final pero feliz para el dragón. Tuvo una muerte digna ante una heroína inesperada.
5. Gran Dragón Blanco
El Dragón que vive en el lado oscuro de la luna y que persigue a Roverandom y su amigo Rover en una persecución donde al final se ven salvados gracias al Hombre de la Luna. Este dragón también es mencionado en una de las cartas de Papá Noel y se dice que fue el causante de los eclipses lunares.
Aquel dragón tenía alas, como las velas que tenían los barcos cuando todavía eran barcos, y no máquinas de vapor; y no tenía reparos en matar a cualquier criatura, desde un ratón hasta una hija del emperador. Y planeó matar aquellos dos perros, y lo anunció varias veces antes de elevarse por los aires. Ése fue su error. Los dos salieron disparados como cohetes y se alejaron siguiendo el viento, a una velocidad que habría enorgullecido a la misma Mew. El dragón salió detrás de ellos, batiendo las alas como un dragón volador y lanzando dentelladas como un dragón mordedor, derribando las cimas de las montañas, y haciendo sonar todas las esquilas de las ovejas como una ciudad en llamas.
Por fortuna, al seguir el viento los dos perros iban en la dirección correcta. Tan pronto como las esquilas alcanzaron un ritmo frenético, de la torre salió un cohete enorme. Se le pudo ver en toda la luna como un paraguas dorado que estalló en miles de penachos de plata, y no mucho después provocó una caída imprevista de estrellas fugaces en el mundo. Si fue una guía para los pobres perros, fue también un aviso para el dragón; pero él había emitido demasiado vapor para darse cuenta. La persecución continuó de una manera feroz. Si has visto alguna vez un pájaro persiguiendo a una mariposa, y puedes imaginar un pájaro más que gigantesco persiguiendo a dos mariposas insignificantes entre montañas blancas, entonces puedes empezar a imaginar las vueltas y revueltas y la salvaje, zigzagueante rapidez de aquella huida. En más de una ocasión, antes de que hubieran cubierto la mitad del camino, el aliento del dragón chamuscó el rabo de Roverandom. ¿Qué hizo el Hombre de la Luna? Pues bien, lanzó un cohete realmente magnífico; y después dijo «¡esa maldita criatura!» y también «¡esos malditos perros! ¡Van a provocar un eclipse antes de tiempo!» Y después bajó a los sótanos y destapó un hechizo oscuro, negro, que parecía una jalea de alquitrán y miel (y olía a cinco de noviembre y a caldo de repollo que hierve y rebosa).
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