Frase del día

martes, 17 de marzo de 2015

Homenaje a Fingolfin




Muchas grandes hazañas se llevaron acabo durante la Primera Edad, pero sin duda ninguna es tan épica como lo que hizo Fingolfin, Rey Supremo de los Noldor hijo de Finwe e Indis.

Fingolfin era medio hermano de Feanor y después de la muerte de éste, se convirtió en el Rey Supremo de los Noldor. Durante su reinado resistió a las fuerzas de Morgoth en Dagor Aglaber (Batalla Gloriosa) que dio inicio al sitio de Angbad durante 400 años.

El sitio terminó con la Dagor Bragollach (Batalla de la llama súbita) en la que perecieron Angrod y Aegnor, hijos de Finarfin mientras que los hijos de Feanor fueron separados.

En un acto desesperado pero valeroso Fingolfin cabalgó sólo hasta Angbad y retó a Morgoth a un combate para terminar la guerra de una vez por todas. Así pues empieza la canción de Fingolfin publicada en verso en Las Baladas de Beleriand aunque también lo podemos encontrar en prosa en El Silmarillion. En esta ocasión presento la primera versión, primero en inglés y después en Español

In that vast shadow once of yore
Fingolfin stood: his shield he bore
with field of heaven's blue and star 
of crystal shining pale afar.
In overmastering wrath and hate
desperate he smote upon that gate,
the Gnomish king, there standing lone,
while endless fortresses of stone
engulfed the thin clear ringing keen
of silver horn on baldric green.
His hopeless challenge dauntless cried
Fingolfin there: 'Come, open wide,
dark king, your ghastly brazen doors!
Come forth, whom earth and heaven abhors!
Come forth, O monstrous craven lord,
and fight with thine own hand and sword,
thou wielder of hosts of banded thralls,
thou tyrant leaguered with strong walls,
thou foe of Gods and elvish race!
I wait thee here. Come! Show thy face!

Then Morgoth came. For the last time
in those great wars he dared to climb
from subterranean throne profound,
the rumour of his feet a sound
of rumbling earthquake underground.
Black-armoured, towering, iron-crowned
he issued forth; his mighty shield
a vast unblazoned sable field
with shadow like a thundercloud;
and o'er the gleaming king it bowed,
as huge aloft like mace he hurled
that hammer of the underworld,
Grond. Clanging to ground it tumbled 
down like a thunder-bolt, and crumbled
the rocks beneath it; smoke up-started,
a pit yawned, and a fire darted.
Fingolfin like a shooting light
beneath a cloud, a stab of white,
sprang then aside, and Ringil drew
like ice that gleameth cold and blue,
his sword devised of elvish skill
to pierce the flesh with deadly chill.
With seven wounds it rent his foe,
and seven mighty cries of woe
rang in the mountains, and the earth quook,
and Angband's trembling armies shook.
Yet Orcs would after laughing tell
of the duel at the gates of hell; 
though elvish song thereof was made
ere this but one - when sad was laid
the mighty king in barrow high,
and Thorndor, Eagle of the sky,
the dreadful tidings brought and told 
to mourning Elfinesse of old.

Thrice was Fingolfin with great blows
to his knees beaten, thrice he rose
still leaping up beneath the cloud
aloft to hold star-shining, proud,
his stricken shield, his sundered helm,
that dark nor might could overwhelm
till all the earth.was burst and rent
in pits about him. He was spent.
His feet stumbled. He fell to wreck
upon the ground, and on his neck
a foot like rooted hills was set,
and he was crushed - not conquered yet;
one last despairing stroke he gave:
the mighty foot pale Ringil clave
about the heel, and black the blood
gushed as from smoking fount in flood.
Halt goes for ever from that stroke
great Morgoth; but the king he broke,
and would have hewn and mangled thrown
to wolves devouring. Lo! from throne
that Manwe bade him build on high,
on peak unscaled beneath the sky,
Morgoth to watch, now down there swooped
Thorndor the King of Eagles, stooped,
and rending beak of gold he smote
in Bauglir's face, then up did float
on pinions thirty fathoms wide
bearing away, though loud they cried,
the mighty corse, the Elven-king; 
and where the mountains make a ring
far to the south about that plain
where after Gondolin did reign,
embattled city, at great height
upon a dizzy snowcap white 
in mounded cairn the mighty dead
he laid upon the mountain's head.

Never Orc nor demon after dared
that pass to climb, o'er which there stared
Fingolfin's high and holy tomb, 
till Gondolin's appointed doom.


En esa vasta sombra de antaño 
Fingolfin se irguió: su escudo descubrió, 
una superficie azul cielo y estrellas 
de un lejano brillo cristalino y pálido. 
Con cólera e ira señorial 
desesperado golpeó a esa puerta, 
el rey Gnomo, parado allí solitario, 
mientras infinitas fortalezas de piedra 
absorbieron el resonar agudo, penetrante y claro
del cuerno de plata en verde tahalí. 
Su desesperado desafío intrépido vociferó 
Fingolfin: '¡Venid, y abrid de par en par,
rey oscuro, tus horribles puertas de bronce! 
¡Salid, vos de quien la tierra y los cielos abjuran! 
¡Salid, vos monstruoso y cobarde señor, 
y pelead con vuestra propia espada y manos, 
tú, gobernante de huestes de esclavos encadenados, 
tú, tirano protegido por fuertes muros, 
tú, enemigo de los Dioses y la raza élfica! 
Te espero aquí. ¡Venid! ¡Mostrad vuestro rostro!'
Entonces Mogoth vino. Por última vez 
en aquellas interminables guerras se dignó a levantarse 
del profundo trono subterráneo, 
el rumor de sus pasos un sonido
del retumbar de un terremoto subterráneo. 
Armado de negro, alto como una torre, coronado de hierro
se presentó; su enorme escudo
era una vasta superficie negra sin blasón 
con sombras semejantes a nubes de trueno; 
y por sobre el reluciente rey se cernía, 
muy en lo alto como un mazo el blandía, 
aquel martillo del mundo subterráneo, 
Grond. Rechinando se precipitó 
hacia el suelo como un relámpago, 
desmoronando las rocas bajo suyo; brotó humo, 
un abismo se abrió, y fuego emanó.
Fingolfin como un rayo de luz 
a través de una nube, un puñal blanco, 
saltó hacia un lado, y Ringil danzó, 
ese acero resplandeciente y azul como el hielo, 
su espada creada con élfica habilidad 
para penetrar la carne con un frío mortal. 
Con siete heridas desgarró a su enemigo, 
y siete poderosos gritos de dolor 
resonaron en las montañas, la tierra tembló 
y las temblorosas huestes de Angband se estremecieron.
Sin embargo los Orcos después riendo hablarían 
de aquel duelo a las puertas del infierno; 
si bien una canción élfica de esto fue creada antes de ésta, 
más sólo una - cuando la tristeza fe apaciguada, 
el poderoso rey de aquella encumbrada elevación 
y a Thorondor, Aguila del cielo, 
las terribles noticias llevaron y contaron
al afligido Elvinesse de antaño. 
Tres veces fue Fingolfin con grandes golpes
a sus rodillas derrotado, tres veces se levantó del polvo 
aún palpitante para mantener brillando como una estrella, orgulloso, 
su abollado escudo, su hendido yelmo, 
que ni la oscuridad ni la fuerza pudieron abatir 
hasta que el suelo fue quemado y desgarrado 
en abismos a su alrededor. Él fue destruído. 
Sus pies titubearon. Cayó arruinado 
al suelo, y sobre su cuello 
un pie como la raíz de una montaña cayó, 
y fue aplastado - aunque no conquistado; 
un último y desesperado golpe dió: 
el poderoso y pálido pie Ringil hendió 
cerca del talón, y la negra sangre brotó
como humo que mana de una fuente.
Por siempre desde ese golpe cojeó 
el gran Morgoth; pero al rey él quebrantó,
y trozado y despedazado podría haberselo tirado 
a los lobos para que lo devoraran. ¡He aquí! de aquel trono
que Manwë se hizo construir en lo alto, 
en un pico inalcanzable bajo el cielo, 
para observar a Morgoth, descendiendo se precipitó 
Thorondor el Rey de las Aguilas, se abatió, 
y hendiendo el dorado pico hirió 
en el rostro a Bauglir, luego hacia arriba flotó 
sobre alas de treinta pies de ancho 
llevándose lejos, aunque fuerte ellos vociferaron, 
el poderoso cadáver, el rey de los elfos; 
y donde las montañas hacían un anillo 
lejos hacia el sur alrededor de una explanada 
donde después Gondolin reinaría,
sobre un empinado pico de nieve blanca 
en un promontorio fortificado, el poderoso cadáver 
tendió sobre la cima de la montaña. 
Nunca Orco o demonio después intentó 
escalar ese paso, sobre el cual podían observar
la alta y sagrada tumba de Fingolfin,
hasta que se decretó la caída de Gondolin.


1 comentario:

  1. Uno de mis personajes preferidos, el capítulo en el que muere me resultó uno de los más tristes.

    ResponderEliminar

Tolkien y los juegos

La dimensión lúdica del hombre Lo primero que nos ponemos a pensar es que la actividad lúdica es intrínseca del ser humano. Nos gusta ...